En el evangelio de Juan (V:44) se atribuye a Jesús —sin pruebas, claro— haber dicho lo siguiente;
«30. Yo no puedo hacer nada por mí mismo. Yo juzgo como me ordena el Padre, y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.»
Jesús afirma, de hecho, ser distinto a Aquel que lo envió. Quizá por eso este pasaje es poco publicitado por los cristianos: lo correcto es seguir la voluntad de Aquel que está por encima de Jesús mismo. Por ello, Jesús eventualmente resulta superfluo, y así, las religiones innecesarias para alcanzar al Padre.
Esta idea se refuerza más adelante en el mismo capítulo (Juan V:44) en el que se atribuye a Jesús (también sin pruebas) lo siguiente;
«44. ¿Cómo podéis creer, si sólo buscáis honores los unos de los otros, y no buscáis el honor que viene del Dios único?»
Lo anterior implica que aún si fuera cierto que a Jesús lo engendró el Dios único, con todo sería un hombre, es decir, 'uno de los otros', cuyo 'honor' no hay que buscar debido a que sólo ha de buscarse 'el honor que viene del Dios único'; tampoco se puede oponer, por lo mismo, que la voluntad de Dios sea que se busque 'su honor' a través de Jesús.
Interesante contradicción, ¿verdad?☻
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